Año 2006
Yo tenía 19 años, y trabajaba en un famoso parque de bolas de la Costa del Sol. Por aquel entonces salía con un chico de 26 que no paraba de viajar por trabajo y al que le gustaba correrse juergas de varios días en las que yo no entraba, a no ser que le entrase uno de sus ciegos depresivos, en los que se plantaba a las 5 de la mañana en casa para decirme que sólo yo le comprendía. Además, estaba obsesionado con la edad, a todos sus amigos les decía que yo tenía 21 años. No contaré más, porque quizás algún día os desvele la historia completa, antes de que mi ya desgarrada memoria decida borrarlo del todo.
En fin, que ya estaba un poco quemada de todo, cuando apareció. No recuerdo la fecha exacta, era cerca del verano. Una tarde calurosa en mi trabajo podía ser mortal con decenas de enanos corriendo y gritando alrededor, pero afortunadamente aquella tarde había pocos cumples. De repente, aparece él. Todas (porque por supuesto todas las monitoras éramos féminas) nos dimos cuanta. Alto, espalda fuerte, atractivo, ojos azules. ¡Ay, Dios míooooooo!
Rápidamente nuestra habitual cadena de información, que era un boca a boca desde la zona de juego a la cafetería del fondo, empieza a funcionar. En sólo 15 minutos ya sé que no es padre de ningún niño, si no tío de una de las niñas que cumple ese día, Laura. Laura es una niña difícil de olvidar, buena, cariñosa, obediente y preciosa como una muñeca, aunque viendo al tío no esperaba menos en la familia. Al rato el tito buenorro aparece desde el fondo, Laura sale de la estructura y empiezan a jugar a hacerse cosquillas en las colchonetas. Ahora no es que me guste, ya es que me encanta.
Empezamos a hablar, me dice que se llama Jaime, que tiene 28 años y hablamos un poco de todo. A la hora de irse nos damos los números y quedamos en vernos en un par de días en una zona de moda en verano. Sabe que estoy con un Petardo, pero dice que le gustaría conocerme, que le caigo bien. En el vestuario al cierre lo que más se escucha es: "Guarrona, eres una agonía, si ya tienes uno, ¡comparte!"
Año 2010
Después de cruzarnos varias veces por el centro en la noche sin que él lo supiera, me habla por el messenger. No me extraña, he quitado el recuento de tiempo que llevaba con Enrique del nick y he cambiado los estados de las redes sociales, acabamos de cortar. Me dice que me ha echado mucho de menos, que quiere verme, yo le digo que por mí no hay problema. Me pregunta que qué siento, le digo que no es algo que se pueda contestar por messenger y menos después de tanto tiempo. Eso pasa un viernes, y quedamos para el domingo. Insiste en que no me raje, que lleva mucho tiempo queriendo verme, le digo que si me conoce sabrá que yo nunca me rajo.
Llega el domingo, llego tarde, como siempre, y él está esperando en la puerta de mi tetería favorita. Por sólo un segundo vuelvo a estar en un parque de bolas.
Continuará....